Por: Nico Balé
Fotos: Guido Barandiarán

Casi siempre todo empieza con un disco, sea de la época que sea y en el formato que sea, vinilo, cassette, cd o mp3… La cosa es lo que te pasa después de ese disco… Todos los amantes de la música, seamos músicos o no, tenemos uno o mas que son especiales. El mote de favorito le queda chico, es mas que eso, porque esos discos nos cambiaron.

Por eso el viernes 20 de Mayo el Uniclub estaba lleno, porque la gente que estuvo ahí sabe de lo que hablo, y sabían que la noche auguraba grandes dosis de esa sensación.

Llego el día de la segunda visita de Truckfighters a nuestra ciudad, la primera fue en 2012, y sin dudas esa experiencia iniciática dejo una huella profunda en el publico local. Para calentar las tablas 2 grandes números, los santafesinos Mambonegro y Banda de la Muerte.

A las 21 hs aproximadamente, mientras muchos aun se agolpaban en el kiosko para asegurarse su disco, remera, parche, vinilo o un combo de todas las anteriores, Mambonegro irrumpió en el escenario y como arrancando una curita de la piel, en seco y de un tirón encendieron la velada. Con la ponderada y poderosísima formación de trío desplegaron stonerock riffero, rutero, del bueno. Comenzaron con «Los Tres Elementos» un especie de mantra que se va armando de a poco hasta llegar a velocidad crucero y con un coro simple pero efectivo nos dejaron flotando, listos para entrar en el viaje que nos proponían. Siguieron «Un Mambonegro»; «El Jinete»; «Anzuelo», una seguidilla de pura sangre rockera, sin vueltas, subiendo la velocidad y coqueteando con el metal mas intrépido, bajando de nuevo, amasijando riff tras riff con un bajo crocante y sucio empujado por una batería que dominaba cada base con un pulso imparable. Promediando el show empezó a sonar «Criminal» el tema que cierra su disco del 2013 «Mambonegro» y la gente acompaño el coro que los 3 empujaban desde el escenario, a puro puño cerrado en el aire y cabezas que asentían y volaban. Cerraron al taco con «Faros de Odio» pisando bien firme el acelerador y dejando las tablas incendiadas, escenario ideal para que venga la muerte…

Y vino, y fue bueno!! Cuando el caldo ya estaba empezando a hervir, el volcán juntaba sus ultimas fuerzas antes de escupir lava ardiente, Banda de la Muerte fue la encargada de salir a escena y todo exploto. Arrancando su set con una trifecta imbatible, una joya de cada uno de sus discos, «Parte de mi historia»; «De la muerte» y «Ejercito de uno» demostrando solidez y tradición, no olvidando los temas de la primera época y emparentandolos con lo mas nuevo. Los muchachos están presentando «8894» editado el año pasado y producido por Jack Endino (Mudhoney, Nirvana, muchos mas..!) un disco que exuda hardcore punk por cada poro, exponiendo el ADN de la banda con canciones como «La Marcha del exilio» y «Pensando en mi». Pero los que conocemos a Banda de la Muerte desde sus comienzos sabemos que son afines a vibraciones oscuras y nebulosas también, por eso emociono la sorpresa, para «Hombre muerto caminando» invitaron Gonzalo Villagra (Audion, Los Natas) a hacerse cargo del bajo, justamente un tema con tracción a puro low y crocancia, asignaturas de las cuales Gonza esta mas que egresado. Para terminar Xon no advierte que hay mas punk, y la banda se despide con «Nación de seguidores», con un riff que va tomando velocidad hasta convertirse en un torbellino abismal, la batería en 1:40 min que dura la canción se encarga de dejarte pasmado, despierto pero al mismo tiempo sin saber bien que te golpeo. Y así, con los estados alterados, bien predispuestos, la Muerte se va, dejando todo detonado, y una vez mas no se puede imaginar mejor situación para la aplanadora que se nos viene…

Debo decir que hay algo en la gente que viene a estos shows (corresponsal incluido) que hace que queramos volarnos la peluca, de sentir esa sensación como de vacío, como que lo que paso por tu cabeza se llevo todo lo que había, y quedaste reseteado, fresco, y súper empachado de música. Eso fue lo que paso el viernes cuando los suecos de Truckfighters volvieron a poner en marcha el convoy y desencadenaron la polvareda de éxitos a puro fuzz, saltos ornamentales y una punsión enferma. Dango, Ozo y El Danno tomaron el escenario como suyo y la gente les respondió de la forma que ellos venían a buscar, coreando, pogueando y gritando a puro disfrute. El viaje empezó con «Mind Control» el primer tema de su ultimo disco «Universe» e inmediatamente ese audio tan particular que tienen inundo el uniclub. Mientras Dango ya se repartía el tiempo entre volar por los aires y contorsionarse por el escenario, de su guitarra salia esa mezcla de base pesada como una sierra eléctrica oxidada mechando con esos micropunteitos que te perforan el cerebro espectacularmente. Siguieron «Monte Gargano» y «Atomic» y la noche empezaba a tomar tinte de épica. Y ahí fue cuando nos sentenciaron, «hoy vamos a tocarles nuestras canciones mas largas.. así que saquen sus encendedores…». Lo que siguió fue demoledor, sin titubear un segundo se metieron de lleno: «Mastodont» y «Manhattan Project». Viaje, adrenalina, tormenta, éxtasis, cuelgue, introspección e extroversión combinadas… Desde el micrófono Ozo vocifero cada letra con la seguridad que cada palabra merecía mientras disparaba lineas de bajo hipnotizantes como si no pudiera parar, y la batería, ahora a cargo de El Danno nunca se quedo atrás, esta a la altura de la responsabilidad y como si fuera una locomotora nos llevo hasta el final a puro cabezazo. Llegaba el final, «The Chairman» y «In the search of (the)» con el riff coreado por todo el publico. Pero faltaba algo, algo que todos sabíamos, que lo sabemos desde el primer día que lo escuchamos, y que no nos íbamos a ir del Uniclub sin disfrutarlo. El trío de Örebro se tomo un brevísimo respiro y enseguida volvieron al escenario para liquidar el set: «Desert Cruiser» empezó a sonar y la gente termino de volverse loca. El riff sonaba mas fuerte en los cantos del publico que desde el escenario. Y así, con ese andar hambriento de ruta y arena, Truckfighters termino de arrasar un show que tuvo todo para ser espectacular, con un final eterno como si estuvieran acelerando hasta que se esfume la ultima gota de combustible hasta llegar al desenlace agónico de una noche muy especial.

Quizá quedo una sensación de show corto, pero sin duda no falto nada, la intensidad de lo que si hubo alcanzo para cubrir la cuota. Al ratito que empezó a sonar la música de sala, los suecos bajaron al kiosquito para seguir atendiéndolo ellos mismos y firmar cuanta mercancía le pongan delante, demostrando ante todo humildad y pasión por lo que hacen, y especialmente gratitud a su publico, porque como dije al principio, todo empieza con un disco, y nunca sabes cuando uno te va a cambiar para siempre.